DISCLAIMER: The Prince of Tennis no me pertenece, porque nunca se me ocurriría tal trama, sino a Takeshi Konomi.
FIC: "AHNELANDO TU SONRISA"
Capítulo Uno: Voy en tu búsquedaEra una mañana bastante soleada que azotaba sobre las calles de una ciudad ubicada en Estados Unidos. Se notaba puesto que el suelo si te atrevías a pisarlo descalzo te arderían los pies, más estando dentro de una cancha de cemento duro como base. Así pues observando dentro de esa cancha se encontraba un joven de unos 17 años aproximadamente, alto, fornido de cabellos oscuro con destellos verdosos sosteniendo en su mano izquierda una raqueta de tenis color rojo, y en otro miembro derecho superior una pelota de tenis también. Su mirada se concentraba penetrante en un punto fijo de una pared, sus ojos de color ámbar denotaban seriedad y pasión, elevando la pelota e inclinando su cuerpo levemente, lanza y golpea hacia, coincidentemente, el lugar donde fijaba su vista con anterioridad. Lo hace una y otra vez hasta que haya saciado sus deseos de hacerlo. Una vez hecho se notaba el sudor recorrer su cuerpo puesto que ya se cumpliría como 3 horas de arduo ejercicio dentro de una cancha de tenis callejero. El joven, cuya identidad corresponde a Ryoma Echizen, salía del lugar, puesto que ya dio por terminada su sesión personal-particular de entrenamiento de su amado deporte: el tenis. Saliendo de ese lugar, desolado literalmente, se encamina hacía su departamento donde se aloja con un huésped igual de apariencia que él pero con 20 años ya cumplidos en edad. Llegando y entrando despreocupadamente en él llama desinteresado el nombre su acompañante de alquiler.
- Ryoga, ¿estas? -
Al no recibir respuesta después de 3 segundos de llamarlo, continua su trayectoria hacía su habitación, dejando su equipo de tenis, entra al baño y se desviste de sus ropajes que están prácticamente mojados por la transpiración de su dueño. Saliendo de una placentera ducha y renovando fuerzas, vestido con un short negro y una remera manga corta de color verde, el joven se sienta en un sofá y prende la televisión buscando notablemente un canal de deportes donde se encuentre un partido de tenis, una vez hallado tal canal lo mira mientras trata de secarse su cabello húmedo. En eso se escucha el seguro de la puerta de entrada y la correspondiente entrada y aparición de su compañero de cuarto, es decir, su hermano mayor Ryoga Echizen.
- ¿qué hay chibisuke? ¿una mañana monótona, como siempre? - bromeaba su hermano.
- hmm - seguía mirando el televisor.
- respuesta monótona, como siempre - entra a la cocina para buscar en la heladera algo con que saciar su sed.
Así llegando la tarde de aquel día, los jóvenes se encontraban cada uno en su habitación de dormir, Ryoga tocando una guitarra acústica semi acostado en su cama y Ryoma lo mismo el suyo pero observando un sobre que lo tenía guardado desde hace seis meses y medio aproximadamente. El joven prodigio en el tenis debatía en su cabeza una pequeña e insignificante pregunta, según para él "¿Por qué?".
Así esa es la pregunta que ha estado haciendo desde hace 1 año y medio mes desde que recibió esa correspondencia. Si una carta bastante peculiar ya que se suponía que el remitente que lo envió ha estado haciéndolo desde más de 3 años, una carta enviada semanalmente en los primeros 7 meses, luego en disminución avanzada quedando en recibir una carta por mes durante los siguientes 2 años y medio, y desde hace casi 1 año no ha habido más correspondencia de esa persona de su misma edad pero de género femenino cuyo nombre corresponde a Sakuno Ryusaki. Sí esa joven debería tener también 17 años ya que compartían un años medio de escolaridad en la preparatoria Seigaku ubicada en Japón cuando tenían ambos 12 años en aproximación. Esta pequeña torpe, así la bautizo Ryoma en sus adentros, le había enviado un sobre bastante peculiar, según su punto de vista, que contenía lo siguiente:
Querido Ryoma-Kun:
Ha pasado otro mes más ¿Cómo has estado? Espero que muy bien. Ya ni recuerdo cuando cartas te he enviado, pero bueno espero como siempre que no moleste que las continué enviando, es lo que espero. Como siempre y te lo he comentado, todos extrañan tu presencia aquí. Yo también te extraño mucho día a día, ojala algún día regreses, si lo haces visita a los sempais y a mí si puedes claro ¿Por favor?
Te cuento que he mejorado mucho en el tenis, por lo menos es lo que dice mi abuela, y además estoy lista para tener un partido, por lo menos, decente con varios sempais como Kikumaru-sempai o Momo-chan-sempai. Cuando visites Japón espero poder jugar contigo un partido, esta vez prometo no desilusionarte como anteriores veces ya que es mi único recurso para estar contigo aunque sea un pequeño lapso de tiempo ya que hablar y platicar, se que no es de tu gusto, sino es el tenis ¿verdad?.
Como todas las veces, muchos éxitos allá y cuídate mucho, espero con anhelos tu venida por aquí al igual que todos. Nos veremos el siguiente mes por este medio.
Firma
Sakuno Ryusaki
Dobla de nuevo la carta y la deposita en el sobre para guardarla en su escritorio, queda parado frente a ella, "…el siguiente mes…" es lo que pensaba. Nunca hubo un siguiente mes, esa fue su último postal que lo envió y, como dice él, de forma desinteresada comenzó a interesarse en esa joven y en el porque no volvio a saber más de ella. Puede ser que no tenga tanto tiempo como para seguir enviando, o sino también fue el hecho de que el de los montones de cartas que le fue enviado, él solo se había limitado a responder las que contenían alguna pregunta de parte de su ex compañera de secundaria, que contando no es perder memoria, solo fueron 3 o 4 veces. Tratando inútilmente de comparar los hechos hablan por si solos, pero en el interior de su persona divulgaba un pequeño sentimiento de preocupación hacía Ryusaki, y ese sentimiento fue de apoco carcomiéndolo, dejando como una intriga sin resolver, según su idioma del tenis, un nuevo obstáculo que superar. Y así el apodado príncipe del tenis seguía pensando en sus adentros parado observando ligeramente el lugar donde había depositado el sobre en su escritorio.
- ¿Por qué no vas y lo averiguas? - posicionado al costado derecho de la puerta de su habitación esta su hermano Ryoga mirándole con una leve sonrisa de superioridad.
- hmm - lo mira dos segundos y voltea a mirar a otro lado.
- Por favor chibisuke, has estado en ese estado desde hace 1 año más o menos - su semblante cambio levemente a serio pero no perdí su toque de supremacía.
- no se de que hablas - vuelve a adoptar su actitud indiferente.
- se de que estoy hablando y más tu lo sabes, pero bueno te admiro por llevar esa actitud durante todo este tiempo, pero a la vez te compadezco hermanito - sin más se voltea con intenciones de volver a su habitación.
- no tengo tiempo para esto - suelta por primera vez algo más que monosílabos monótonos.
- si te refieres a que perder el tiempo es saber sobre una persona muy allegada a ti, entonces también debería serlo todas esas cartas que has recibido de aquella persona, si es así, cuanto lastima tengo de esa persona - ahora se notaba seriedad en esas frases pero su estaba a espaldas de la puerta.
- no sabes nada - se mostró molesto por decir aquello último.
- te equivocas, eres tu el que no sabe nada, no sabes cuan tonto eres por adoptar ese semblante todos los días aparentando que no te molesta nada cuando demuestras lo contrario por pequeñeces como lo que dije antes - si bien Ryoga no ha tenido bastante conexión con Ryoma por mucho tiempo, notaba su preocupación por la actitud tomada por su hermano menor frente a esta situación, lo más normal sería averiguar y enfrentar la situación, era lo que esperaba de Ryoma, pero sucedía lo contrario, ¿su pequeño hermano estaba evadiendo el problema? ¿el no era así? Eso lo hacía preocuparse más por él.
- no sabes lo que dices - seguía firme sin mover un músculo.
- de acuerdo chibisuke, yo solo se que no se nada - se fue a su habitación y dejo pensando más a su hermano.
- idiota - murmuraba por lo bajo para luego acostarse en su cama, mientras un bulto peludo se acercaba hacía él.
- ven Karupin, vamos a dormir, mañana será otro día - recibiendo un "miau" como respuesta, se acuesta tratando de conciliar el sueño más al intentar hacerlo, las palabras de su hermano influían en su mente "si te refieres a que perder el tiempo es saber sobre una persona muy allegada a ti, entonces también debería serlo todas esas cartas que has recibido de aquella persona, si es así, cuanto lastima tengo de esa persona".
- idiota - decía mientras continuaba buscando conciliar el sueño, pero al hacerlo la imagen de Ryusaki aparecía en sus adentros, con su típica sonrisa y su notable sonrojo nombrándolo una y otra vez "Ryoma-kun… Ryoma- kun…Ryoma-kun cuídate… Ryoma-kun…Ryoma-kun…¡Ayúdame!" sus ojos se abren notablemente por lo último visto o alucinado.
- ¿pero qué…? - trataba de dormir, no de volverse loco por ello. Se masajeaba los frente y trataba otra vez en vano encontrar el sueño por esa noche.
Apartando a un lado al prodigio del tenis, nos situamos en otra parte del mundo, más preciso en Japón donde en un lugar bastante callado una jovencita de unos 17 años de edad cumplidos hace poco duerme sin mostrar señal alguna de soñar o murmurar. Tiesa e inmóvil se encontraba en una cama, pero no precisamente en la de su casa, sino en una cama de un cuarto dentro de un hospital privado y de gran prestigio. En su alrededor se notaban aparatos que transmitían leves y suaves pitidos de forma transitoria, dado a entender que la joven respiraba pausadamente debido al encontrarse dormida, pero su semblante no mostraba interés alguno en despertar, su rostro al igual que su cuerpo se encontraba de un color allegado al blanco, como si estuviera muerta o algo por el estilo, y es que esa jovencita de cabellos castaños medio oscuro se encontraba entre la línea de la vida y la muerte, había entrado en un coma profundo desde hace tiempo debido a un acontecimiento no grato producido en su persona. Su boca no era posible verla bien debido a la mascarilla de oxigeno que tenia puesta. Solo se veía su rostro de un color rosa pálido y su brazo izquierdo afuera de la sabana que la cubría y en su dedo índice otro dispositivo que por medio de un cable correspondía a otro aparato médico. Entrando en esa habitación con una silla de ruedas se encontraba un pariente muy allegado a la tiesa joven, su abuela.
- Hola princesa, ¿Cómo estas el día de hoy? - hablaba como si fuera que la chica que se encontraba en la cama la escuchaba, más seguía sin mover pizca alguna de articulación.
- Hoy en la mañana estaba muy lindo, el sol no mostraba su furia demasiado jajaja - suelta una leve carcajada al aire sin emoción alguna.
- Hija, despierta pronto por favor, yo…yo…yo ya no que hacer - lo ultimo dicho demostró suplica ahogada de que su amada nieta habrá los ojos y demostrara que no estaba muerta en vida, pero prácticamente eso se veía todos los días desde que entro al hospital. En eso entra el medico de cabecera que atiende a la paciente con una enfermera de turno.
- Buenas tardes señora Ryusaki - se queda callado un segundo al ver el semblante triste de la visita de la joven - Sea fuerte señora, no pierda las esperanzas - le decía para alentarla.
- Ha pasado más de 1 año desde que esta así - su voz sonaba ahogada, conteniendo el llanto, no era bueno para su salud el estar deprimida.
- he tenido pacientes que han permanecido más tiempo en ese estado y ahora están levantados y recuperándose exitosamente, Sumire-san debería tener más fé en su nieta, ella saldrá adelante - el doctor era un buen conocido de Sumire, gracias a este contacto su nieta pudo entrar sin problemas como paciente en ese hospital, muy prestigioso por su buen desempeño de atención a pacientes como la nieta de Ryusaki-san pero así también muy costoso por su nombre y marca en Japón.
- ¿Cree que despertara pronto? - logro no sin mucha dificultad esbozar aquello.
- O si, creo, no mejor debemos creer tanto usted como yo como todas aquellas personas allegadas a su nieta que despertara y mostrara la sonrisa que usted a estado alardeando todo este tiempo - el doctor mostraba su faceta de amigo, pero no perdía la compostura decente de un profesional de su categoría.
- y así es doctor, mi hija Sakuno tiene la más bella sonrisa que he visto en mi familia - Sumire agradecía internamente las intenciones del medico en animarla, pero también reafirmaba el hecho de que su hija tenía una bella sonrisa, y ahora nuevamente surgía en su ser la esperanza de volver a ver esa imagen una vez más - muchas gracias doctor -
- no tiene que darlas, ahora es preciso que se retire unos momentos - volvía a adoptar su semblante serio.
- losé doctor - voltea a ver a su nieta - Sakuno, hija, al rato vuelvo - sin más se retira mientras es ayudada por la enfermera para empujar la silla de ruedas donde se encuentra ahora Sumire-san. Ryusaki-sensei había quedado postrada en aquel andador debido a un derrame que sufrió hace seis meses aproximadamente debido a una noticia recibida muy fuerte para su salud, tanto física como mental. La enfermera se retiro dejándola en frente de una imagen de dios, encontrada dentro de una pequeña habitación se podía observar que fue hecha como una mini-iglesia para orar y rezar y venir a ver la imagen de cristo y orar para calmar sus penas y poner en dios la vida de las personas muy queridas que se encontraban al borde de la muerte, el caso de Sakuno Ryusaki, no era uno para aislar.
- Oh, Dios Mío, por favor te suplico que mi nieta abra los ojos, es lo que más deseo antes de irme de aquí - la pobre anciana Ryusaki estaba muy triste y desconsolada, ya que no sabía cuanto tiempo estaría con vida, ya que los médicos le habían detectado que su salud se degrado notablemente y rehusaba a toda costa medicarse y más aún hospitalizarse, demasiado estaba su nieta en ese estado como para también sumarse ella, no, no señor, pero la angustia la invadía, si cuando ella se iría, ¿Qué pasaría con su nieta?, ¿en que manos quedaría, ya no había nadie más?, y si, cuando se refería a nadie, lo decía por que Ryusaki ya no poseía en vida a sus padres, puesto que el acontecimiento que le había causado el estado de coma de Sakuno, también los vivieron sus padres, pero su suerte fue peor, ya que ellos antes de llegar al mes, habían fallecido de un paro respiratorio.
- Oh, Dios ayúdala por favor - rezaba sin nada mas por hacer.
Volviendo a los Estado Unidos, la mañana de nuevo azotaba en el ventanal de un hombre fornido de 20 años de edad, si Ryoga se despertaba como los días desperezándose para luego preparar el desayudo, nada del otro mundo, un vaso con juego de naranja y unos huevos revueltos o fritos, lo primero que salga comible cabe mencionar. Sus pasos se dirigen a la cocina pero se detiene antes de tiempo en ver a su hermano menor, despierto, vestido, desayunando, y mirando la noticias ¿noticias? Ok definidamente no despertó en el mundo de la Tierra sino en una dimensión paralela donde Nanjiro, de verdad leía el periódico y no lo que ocultaba dentro de este, su madre traía naranjas todos los días y le daba como el quería y Nanako, bueno ella dejaba de mirarlo como un simple primo.
- El desayuno esta preparado en la cocina - decía Ryoma.
- "¿Dijo que el desayuno esta listo, preparado el desayuno para los dos?" - de verdad estaba en esa dimensión, bueno si es así supongo que estaba bien ya que entonces Nanako -….- no puede articular ninguna palabra. En eso Ryoma se da cuenta que su aniki no se ha movido y voltea a verlo.
- a saber que estas imaginando - lo mira serio.
- ejemm - se aclara la garganta.
- gracias hermanito iré a buscar el desayuno- Ryoga entra a la cocina y menos de cinco minutos ya estaba terminando su desayuno.
- woo, chibisuke nada mal - tratando de dar una especie de halago.
- hmmm - voltea a mirar el televisor.
- y volvemos a las respuestas monótonas, bah madura un poco - se levanta del lugar llevando sus trastes sucios del desayuno. Estando a escasos centímetros de la entrada de la cocina.
- ¡Aniki! - Ryoma lo llama con intención de que lo preste atención.
- ¿Qué? - sorprendido, pocas veces Ryoma lo llama así.
- Llame a casa de mis padres, les dije que iría para allá pasado mañana, quieren que vengas conmigo - lo soltó de forma normal no sin demostrar algo de molestia y fastidio. Ryoga estaba más que sorprendido pero asiente.
- mamá de seguro querrá verme, es comprensible, pero ¿que pasara con tu carrera? - bien Ryoma no estaba viviendo en Estados Unidos porque si, tenía una carrera de profesional allí, varios torneos júnior y abiertos US Open ganados y un futuro prometedor de tenista a tan temprana edad, no por algo poseía patrocinio de marcas de deportes conocidas en EE UU, podría decirse que económicamente Ryoma estaba bien, muy bien.
- ya hable con mi representante - dijo lo mas normal.
- ¿Qué le dijiste? - pregunto curioso el mayor.
- necesitaba vacaciones y que se arreglara con la prensa de todo - apago la televisión y se encamino a su habitación.
- pobre hombre, de veras crees que podrá, la prensa cada día se ha vuelto muy sensacionalista y con tu repentino cambio de planes, nose si podrá con eso - si bien estaba contento con la decisión de su hermano de afrontar el problema, pero a veces llegaba a ser terco en estos casos, más que su padre.
- es su trabajo - se adentraba cada vez mas al pasillo que lo lleva a su pieza.
- el mió es volver a Japón y verla - lo dijo en susurros pero Ryoga alcanzo a escuchar y mostraba una sonrisa ladeada.
- mada mada daze - comienza a lavar los trastos sucios acumulados en la cocina, Ryoma demostraba que tomar control en la cocina, tenía sus consecuencias y el como buen hermano mayor debería afrontarlas.
Mientras transcurría la mañana por ahí, la noche sucumbía en Japón, pero un asombroso hecho que solo la persona que lo provoco pudo presenciarlo, se notaba que los dedos del brazo izquierdo de la joven se movían muy lentamente, un hecho que sin que nadie ajeno a la paciente pudiera presenciado, denotaba el deje de fe que todos han estado anhelando.
Fin Capítulo